VATICANO
Una despedida y el inicio del pontificado de León XIV

Desde Cáritas despedimos al Papa Francisco, un verdadero faro de esperanza, compasión y justicia para nuestro mundo. Su voz, firme y cercana, nos invitó a abrir los ojos ante el sufrimiento de los más vulnerables y a actuar con amor y solidaridad. Como él mismo dijo: “La verdadera riqueza de una sociedad se mide por la forma en que trata a los más pobres y necesitados.” Gracias a su ejemplo, millones encontraron fuerza para luchar por un mundo más justo y humano.
El Papa Francisco nos enseñó que la misericordia no es una opción, sino el camino para transformar vidas y comunidades. Su llamado constante a cuidar la creación y a defender la dignidad humana resonó en el trabajo cotidiano de Cáritas, acompañando a quienes más lo necesitan con ternura y valentía. Su legado vive en cada gesto de amor y en cada paso hacia la justicia social que damos en su nombre.
Hoy, con esperanza y confianza, damos la bienvenida al Papa León XIV, quien asume esta misión con la misma pasión por el bien común. En sus primeras palabras expresó: “Que nuestra Iglesia sea un hogar para todos, especialmente para aquellos que sienten que no tienen lugar en el mundo.” Desde Cáritas renovamos nuestro compromiso de caminar junto a él, apoyando su llamado a la unidad, la paz y el cuidado de nuestra casa común.
Este nuevo capítulo es un momento de encuentro y renovación para la Iglesia y para el mundo entero. Inspirados por el legado de Francisco y guiados por la visión de León XIV, seguimos firmes en nuestra misión: llevar esperanza, justicia y amor a cada rincón donde haya necesidad.
MENSAJE DE LEÓN XIV
Hermanos, hermanas…
Les hablo, especialmente a ustedes que ya no creen, que ya no esperan, que ya no rezan, porque piensan que Dios se ha ido.
A ustedes que están hartos de los escándalos, del poder mal usado, del silencio de una Iglesia que a veces parece más un palacio que un hogar.
Yo también me enojé con Dios.
Yo también vi morir a personas buenas, sufrir a niños, llorar a abuelos sin medicinas.
Y sí… hubo días en los que recé y solo escuché un eco.
Pero entonces descubrí algo:
Dios no grita. Dios susurra.
Y a veces susurra desde el lodo, desde el dolor, desde una abuela que te alimenta sin tener nada.
No vengo a ofrecerles una fe perfecta.
Vengo a decirles que la fe es un caminar entre piedras, charcos y abrazos inesperados.
No les pido que crean en todo.
Les pido que no cierren la puerta. Que le den una oportunidad al Dios que los espera sin juzgar.
Yo soy solo un sacerdote que vio a Dios en la sonrisa de una mujer que perdió a su hijo… y aun así cocinó para los demás.
Eso me cambió.
Así que si estás roto, si no crees, si estás cansado de las mentiras…
ven igual. Con tu enojo, tus dudas, tu mochila sucia.
Aquí nadie te pedirá una tarjeta VIP.
Porque esta Iglesia, mientras yo respire, será un hogar para los sin hogar, y un descanso para los cansados.
Dios no necesita soldados.
Necesita hermanos.
Y tú, sí, tú…
eres uno de ellos.”
Robert Prevost (León XIV)
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