Caritas 9 de Julio | Nutriendo Futuro 2022

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RESPUESTA ALIMENTARIA

Nutriendo Futuro 2022

En nuestra diócesis continúa la entrega de alimentos en el marco de “Nutriendo Futuro 2022: apoyando el desarrollo de nuestras comunidades”; un programa que entrega durante un año módulos alimentarios a mujeres que son sostén de hogar en 85 comunidades de todo el país.

Según referentes que llevan adelante la implementación de “Nutriendo Futuro 2022” durante este año se está realizando una distribución focalizada que busca propiciar la seguridad alimentaria y nutricional de las familias vulnerables integradas por mujeres desempleadas que son sostén de hogar con niños/as, brindándoles asistencia alimentaria, entre otras de primera necesidad.

En esta línea, se articula en territorio con los gobiernos locales y con organizaciones aliadas, como Cáritas Argentina, para generan acciones de fortalecimiento y empoderamiento para las beneficiarias de los módulos a entregar, acompañando y complementando el Programa.

La entrega de cada módulo, que contiene una variedad de alimentos pensados para ayudar a una alimentación balanceada, así como elementos de limpieza e higiene del hogar, es acompañada con información sobre recetas prácticas, económicas y nutritivas, economía familiar y cuidado del hogar.

La iniciativa se desarrolla en conjunto con el Supermercado La Anónima, el Banco Patagónico de Alimentos y la Red de Bancos de Alimentos de la República Argentina (conformada por 25 Bancos de Alimentos en todo el país) y, en nuestra diócesis, a través de Cáritas Argentina.


¿Por qué Nutriendo Futuro 2022 está destinado a mujeres?
Una mirada sobre la feminización de la pobreza

Según estadísticas del INDEC el 40,9% de la población es pobre y el 62% son mujeres. En este contexto, la pobreza de las mujeres abarca varias dimensiones: falta de oportunidades y de ingresos propios, distribución del tiempo, escasas posibilidades laborales, falta de capacitación para aspirar a mejores puestos de trabajo, tareas de cuidado familiar a su exclusivo cargo, inserción laboral precaria, ausencia de cobertura de seguridad social, entre otras.

Por otro lado, las tasas de no registro formal de empleo en las mujeres son las más altas de toda la economía, por ello son las más afectadas por la precarización laboral. No solo perciben remuneraciones más bajas y encabezan los porcentajes de informalidad laboral, sino que a las mujeres les cuesta mucho más conseguir empleo, incluso en los sectores de alta calificación. La resistencia patronal de contratar mujeres jóvenes para evitar el pago de licencias maternales y aceptar permisos para atender infancias, explica también en parte este fenómeno.

A su vez, las tareas que anteriormente se denominaban “domésticas” siguen estando mayoritariamente en manos femeninas. Casi un quinto de las mujeres que trabajan lo hacen como empleadas de casas particulares.

Por último, si tomamos como referencia los hogares monoparentales, el 83% de las familias con un solo sostén tiene a una mujer al frente. En estos hogares no solo hay menores ingresos, sino que además no se reparten las tareas de cuidado. Si la mayoría de estos hogares tienen como sostén a una mujer sola, se entiende el fenómeno de la feminización de la pobreza. Es un círculo que se retroalimenta porque las mujeres, ante la necesidad de sostener el hogar y a sus hijos e hijas, aceptan trabajos más precarios o peor remunerados.

 

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