FORMACIÓN

María, Madre y Reina

En el marco del Ciclo de Formación 2022 organizado por Cáritas Diocesana en formato virtual tuvo lugar el tercer encuentro abierto a la comunidad a cargo del sacerdote Gustavo Sosa para continuar profundizando en la experiencia de la fe. En esta oportunidad, reflexionamos alrededor de la figura de la Virgen María como centro de nuestra vida cristiana para que ella acompañe nuestro caminar de cristianos en comunidad

A partir de una reflexión sobre la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní, el sacerdote realizó un paralelismo entre la figura de la luna y la de María: “Jesús no estaba sólo esa noche, estaba presente la luna”, sostuvo el P. Gustavo, y continuó: “La luna no tiene luz propia; alumbra con luz prestada. Y eso es lo que hace María: también alumbra con luz prestada ya que toda su luz le viene del sol. Todo lo recibe de Dios y lo único que hace es reflejar la luz para iluminar el claroscuro de la fe en que vivimos los hombres”, e invitó a los participantes a ser iluminados por la luz de María y a redescubrir esa devoción para que nuestra vida cristiana sea cada día más plena. “Desde nuestro trabajo en Cáritas debemos recordar que  no tenemos luz propia, no somos protagonistas. La tentación es ponernos nosotros en el centro de la escena pero, como María, nosotros también debemos reflejar la luz dándole protagonismo a Dios. Ser sólo puente entre Dios y los hombres. Ser los que les prestamos nuestras manos, nuestros oídos, nuestro corazón para manifestar el amor de Dios”, insistió el sacerdote.

A continuación, planteó entre los oyentes algunos interrogantes que fue respondiendo a través del nombre de MARÍA: ¿Cómo lograr, desde nuestra actividad, ser marianos? ¿Cómo lograr que María sea modelo en el ejercicio de la caridad? ¿A través de qué actitudes nosotros podemos descubrir la presencia de María? 

MADRE. María es madre; es fuente de vida. Alimenta y sacia nuestro hambre de felicidad y nuestra sed de paz. Ella es la que busca la paz interior en nuestro corazón. A través de su mirada de madre, María nos protege, nos cuida y nos educa. Ella es maestra de virtudes humanas y sabe estar en cada momento de nuestra vida. Por otro lado, la mirada de María nos fortalece, nos da valor: “Cuando sintamos que estamos cansados, que no podemos seguir, miremos a María porque su mirada nos va a fortalecer para seguir peregrinando, nos va a dar consuelo, nos va a animar”.

AMAR. Debemos tener una infancia espiritual con ella. Ser como niños donde no hay desorden en el amor. El sacerdote insistió en que todo amor pide comunicación, pide diálogo y, sobre todo, debemos aprender a amar a aquellos que Dios nos pone por delante en el ejercicio de la caridad.

REINA. María es Reina; es la que gobierna y debemos saber que María tiene un poder de intercesión enorme: “El cristiano que tiene esa relación con María es poderoso”, animó Gustavo. 

IMITAR. “Si nosotros amamos, imitemos lo que amamos”, decía San Agustín. Un devoto de la Virgen es el que quiere parecerse a ella, imitarla en su humildad, en su pobreza, en su fortaleza, en su seguridad, en su desprendimiento: “¿A cuántas cosas vivimos apegados? Ella vivió desprendida de todo. No le fue fácil pero sabía en quién estaba confiando, a quién tenía delante”.

ALABAR. Para terminar, el sacerdote remarcó que las devociones tienen sentido si verdaderamente amamos e imitamos a María: “María tiene un gran secreto: todo lo guardaba en su corazón. Es la actitud central de María. Como agentes de la caridad tenemos que dejar que esa caridad que encontramos en María inunde nuestro corazón. Dejar que nuestra vida se transforme como lo hizo María”.

 

Buenos Aires, 14 de julio 2022